San Luis, rey de Francia, es, ante todo, un santo cuya figura angélica impresionaba a todos con su presencia. Vivió en una época de grandes heroísmos cristianos, que él supo aprovechar en medio de los esplendores de la corte para ser un dechado perfecto de todas las virtudes.
Nació en Poissy el 25 de abril de 1214, y a los doce años, a la muerte de su padre, Luis VIII, fue coronado rey de los franceses bajo la regencia de su madre, la española Doña Blanca de Castilla. Ejemplo raro de dos hermanas, Doña Blanca y Doña Berenguela, que supieron dar a sus hijos más que para reyes de la tierra, para santos y fieles discípulos del Señor.
Las madres, las dos princesas hijas del rey Alfonso VIII de Castilla, y los hijos, los santos reyes San Luis y San Fernando.
En medio de las dificultades de la regencia, supo Doña Blanca infundir en el tierno infante los ideales de una vida pura e inmaculada.
En lo humano, el reinado de San Luis se tiene como uno de los más ejemplares y completos de la historia. Su obra favorita, las Cruzadas, es una muestra de su ideal de caballero cristiano, llevado hasta las últimas consecuencias del sacrificio y la abnegación.
Cada 25 de agosto, las buenas gentes de Albondón honran a su patrón entre música, cohetes y representación de "Moros y Cristianos", que expresan con júbilo y sencillez el cariño a su patrón.
En honor de San Luis se celebran un conjunto de actos, repetidos por la tradición, que son la expresión de la devoción de un pueblo y también del amor por sus tradiciones, por lo que es y ha sido Albondón en la historia.
Presentes están los viejos romances trovados por los jóvenes albondoneros en la función de "Moros y Cristianos".
La misa mayor en honor de San Luis, revestida de flores y ramos donados por las gentes, que piden y agradecen favores al Santo. Papel destacado, colorista y singular el que tienen los "muleros" de los cortijos de la Contraviesa, que traen sus caballerías enjaezadas con los mejores aparejos del viejo oficio de la talabartería y acompañan al Santo por las calles de Albondón, en una tradición única que se renueva cada año.
Finalmente, todos en la Plaza de la Constitución, para repetir el rito anual en la representación de "Moros y Cristianos" que se conserva desde siglos, siendo expresión cultural de este pueblo antiguo.